martes, 21 de septiembre de 2010

Amor a la humanidad


En estos días un compañero de trabajo me dijo que yo le daba miedo, y en ese momento sentí que estaba haciendo las cosas bien, ¿A qué clase de miedo se refería él?, pues al estado de mi salud mental, este comentario se suscito debido al comentario de otro compañero de trabajo que se refería con sorna al evento acaecido en Brasil (meses atrás) respecto a un deslave, aunque reconocí que el comentario fue bastante cruel, también reconocí (la única) que el comentario fue bastante gracioso y por tanto me reí, después de reírnos de lo prohibido, decidí irme comentando que iba a hacer ejercicios para tratar de salvar el cuerpo ya que el alma la tenía perdida, en este momento fue que abriendo los ojos como dos platos mi compañero pacato me dijo que yo le daba miedo, en otra vida quizás me hubiese preocupado y hubiese puesto en perspectiva mi actitud, pero definitivamente en esta no, de hecho hice una prueba: le comenté a mi mamá y a mi hermana el hecho y también se rieron, ¿será que uno es una persona con buen sentido del humor (dícese de desgraciados) por familia? Yo creo que aunque no es una norma sine qua non, tiene un grado bastante importante de influencia.

Ahora, ¿el humor tiene límites a la hora de manifestarse?, todos sabemos que los funerales son las reuniones donde más comentarios jocosos se generan, pero ¿de qué es posible reírse?, particularmente pienso que es posible reírse de todo, sin confundir humor con ironía, sátira o sarcasmo, en este caso no se trata de herir o disminuir a nadie, sino quizás de “quitarle hierro” a una situación y liberar stress o simplemente tratar de aligerar una situación traumática para evitar querer lanzarse a los rieles del metro.

Particularmente apoyo la tesis de que el sentido del humor es un rasgo de inteligencia, mientras más inteligente eres más podrás apreciar el humorismo, he aquí una prueba: intenten hacerle un chiste a un guardia nacional o traten de hacerse el gracioso con un policía la próxima vez que los detengan en una alcabala, nadie me negará que esta es una prueba irrefutable.

Para nadie pasará desapercibido que yo me considero una persona con buen sentido del humor y que ensalzo este rasgo como muestra de inteligencia, sí, bueno, nadie ha dicho que soy modesta.

Estos días debido a la muerte del gobernador del estado Guárico, este tema ya harto tratado se ha puesto en la palestra, debido a que inmediatamente la mayoría de los venezolanos comenzamos a hacer chistes refiriéndonos al desafortunado evento, es evidente q a quien toque de cerca el suceso se abstendrá de tener alguna ocurrencia al respecto, pero los demás nos sentimos a nuestras anchas, Michel Jackson tenía minutos fallecido y ya todos los blackberry de Venezuela tenían por lo menos tres chistes al respecto, ¿es algo q podemos evitar? No, simplemente no, es un hecho tan simple como que así somos y no solo los venezolanos, la raza humana en pleno, es una cuestión de desconocimiento, de hecho, nosotros tendemos a sentirnos identificados con las victimas de tragedias siempre y cuando no las conozcamos, en el momento en que esta persona es de alguna manera una figura pública, en ese momento comenzamos a ver los pros de que esta haya desaparecido de la faz de la tierra, sino ¿cómo explicamos que nos rasgamos las vestiduras y lloramos a moco tendido viendo como el rio crecido se lleva a un grupo de personas durante algún deslave en cualquier parte del mundo?, pero si el mismo rio crecido se lleva al gobernador del estado salimos corriendo a escribir en twitter un chiste o a desearle que se queme eternamente en la última paila del infierno, ¿Por qué? No es que estemos polarizados por la situación del país, no, es que creemos conocer a la persona en cuestión y tener motivos para juzgarlo y condenarlo, ¿Quién nos garantiza que una de las personas que se llevo la crecida por la cual llorábamos hace unos meses atrás y que vimos por TV no era un asesino en serie apodado “el monstruo del guarataro”? ¿quién nos garantiza que ese no fue el que nos choreo el caucho de repuesto la semana pasada? Somos capaces de identificarnos con el dolor ajeno siempre y cuando desconozcamos por completo a la persona en cuestión.


Eso es como el dicho: yo amo a la humanidad lo que me revienta es la gente