viernes, 12 de febrero de 2010

La Dieta, la intolerancia y el absurdo

Yo imagino que muchos de Uds. han estado en alguna panadería o local de comidas y han visto a alguna persona pidiendo un pastelito de hojaldre de doble queso amarillo con tocineta o una empanada de huevo con chorizo y tajadas y luego piden de beber algo de “dieta”, yo en algún momento llegué a pensar que realmente les gustaba el sabor de la variante light, pero en el caso de un café el sabor del sucedáneo del azúcar no varía del sabor del azúcar normal, por tanto la persona que en cuestión solicita esa versión menos calórica realmente piensa que está haciendo algo por disminuir la ingesta calórica de su cuerpo JA!!, mi teoría es que tienen tanta grasa en el cuerpo que se les ha creado una especie de ateroesclerosis múltiple, pero no en las arterias sino en el cuerpo calloso del cerebro, lo que les inhibe de procesar correctamente la estupidez de este tipo de decisiones. Es algo parecido a lo que sucede a la gente que habla y desea la paz mundial (o sea todos) porque no conozco a nadie que no desee otra cosa, Hitler deseaba la convivencia pacífica entre todos los seres humanos, lo único es que él consideraba humanos solo a los arios, ahí el detalle, igualmente los racistas desean vivir en paz, y para ello desean que mueran todos esos asquerosos negros y mestizos, ahí el detalle, y según los demócratas de extrema derecha la tolerancia y la igualdad deben ser el norte a seguir, obviamente después de desaparecer a todos los malditos rojos que piensan diferente a ellos, porque todos, TODOS, debemos ser iguales, lean bien, IGUALES, pero ellos no se refieren a que tenemos igualdad de derechos y deberes, NO, se refieren a que todos debemos pensar igual y por ende a todo el que no piense igual a ellos se le debe hacer entrar en razón o por lo menos entrar en una jaula llena de hienas con sida.

Es más, desde aquí, mi espacio de reflexiones, pongo en la palestra la más adelantada teoría de la conspiración, algo que hará temblar las bases de nuestras creencias, algo que nos dará las armas para destruir el virus de la idiotez que nos embarga cada día en mayor numero, algo tan simple que no sé cómo no habíamos dado con la solución hace más tiempo, debe ser porque aún no había nacido yo con mi mente brillante, algo que… ¿qué? Ya se me olvido que era, debí haberlo escrito en el momento en que se me ocurrió, así son las grandes ideas, hay que apresarlas con rapidez antes de que se escapen, pero por lo menos confórmense con saber que era algo que habría cambiado nuestra manera de ver la vida, algo que….

En fin, yo creo que esas personas que son capaces de comerse un sándwich de mortadela con mantequilla y salsa rosada acompañada con una cola light o un café con edulcorante son las mismas que piensan que la paz en Venezuela o en cualquier país se logra matando al presidente, pero así como nadie puede adelgazar comiendo chorizo con mayonesa solo por el hecho de que bebió coca-cola light, no puede haber paz en un país donde se mate a alguien. Las cosas no son tan simples, no se puede aislar algo y esperar que el resultado de un todo dependa de solo un factor en ese todo, el hecho de que ignoremos algo no implica que deje de existir, el hecho de que alguien ignore que es un becerro, no implica que deje de serlo, aunque yo sospecho que en el fondo estas personas deben saber que algo anda mal en ellos, solo que no atinan a saber que es.

Solo es cuestión de ser consecuentes con nuestros deseos, que no son más que lo que realmente pensamos, si yo quiero comerme un mondongo me lo como y me tomaré una merengada de helado de mantecado, si quiero que los marines de EEUU invadan al país para que los gringos por fin lo arreglen no pretenderé que haya paz en el país, si odio a los negros y a todo el que no sea como yo, no esperaré que en el mundo haya justicia. Eso es todo.

lunes, 8 de febrero de 2010

"El buen ciudadano" o "Como poner en práctica el manual de Carreño"

Estaba a punto de tomar mi vuelo, que como era habitual estaba retrasado, si no fuera de otra manera inmediatamente los usuarios indignados levantaríamos nuestras voces de protesta, pero no, este día comenzaba como era usual, mientras esperaba que llegara el vuelo que debía tomar, busqué entre los diversos locales de comida que había en el aeropuerto, había algunos vacios y otros a rebosar de gente y aunque me fascina hacer líneas infinitas para comprar cualquier cosa como a todo ciudadano cuerdo le gusta hacer, me decidí por los locales con menos gente, al hacerlo de esta manera pude corroborar con agrado que valió la pena el evitar la turba de gente, en estos locales ¡¡no había nada!! Nada, y no solo eso, cuando comencé a preguntar en lugar de decirme de una vez que no había nada, se dedicaron a decirme que no había a todo lo que pedía ¡¡fue una delicia!! Pero como al fin y al cabo tenía hambre tuve que ir a otro sitio, elegí una venta de pizzas, solo tenía a una persona adelante, esta persona solo estaba pidiendo una pizza pero la negligente cajera (Dios la bendiga) se tardó 15 minutos en tomar su orden, yo por supuesto espere con placer a que tocara mi turno, cuando por fin fue tomada la orden del cliente que me precedía tomé su posición frente a la cajera, la cual jamás, JAMAS levanto su rostro hacia mí para pedir mi orden, espere algunos momentos para poder alargar aunque fuese unos instantes el disfrute del buen servicio del local, pero mi hambre pudo más que yo y antes de que le reventara el rostro contra la caja, (como todo buen ciudadano debe hacer), me excuse en silencio y me fui con la cabeza gacha a otro local donde saciar el hambre que ya me devoraba, esperando que nadie se diera cuenta de mi actitud incomprensible; al tercer intento entré a un local horrible, me atendieron bien y hasta me sonrieron, ¿Qué se cree este mequetrefe? ¡¡¡Me sonrió!!! A mi ¡¡¡A miiiiiiiiii!!!, ¡qué falta de consideración!, tomando en cuenta las circunstancias comí lo más rápido que pude para poder marcharme cuanto antes no vaya a ser que a alguien se le ocurriera tratarme bien nuevamente, solo pude comerme unos churros, (quizás debido al hecho de que el local era de churros), por lo cual estaba exultante, eso fue lo único bueno del susodicho local, la comida no podía llamarse tal, ya que no era comida, eran churros y se supone que era mi almuerzo, fue perfecto solo en ese sentido, de resto pude comprender el vacio del local debido a la buena atención que prodigaban, ¡ya los denunciaré!.

Terminada mi comida salí lentamente hacia la puerta de embarque, como todo buen ciudadano me encaminé lentamente y por todo el medio del pasillo de circulación para estorbar a la mayor cantidad de gente posible con mi cansina marcha, así las personas que caminaran a un ritmo normal se verían obligadas a detenerse y quizás, con algo de suerte, alguna persona hasta quisiera golpearme o insultarme, pero tuve que conformarme con las miradas de odio abyecto que me lanzaban y alguno que otro tropezón mal intencionado.

Cuando al fin llegué a la puerta de embarque aún no había llegado el avión y a pesar de que los puestos están numerados decidí hacer cola para ingresar al avión (como es civilizado y muy lógico hacer), una vez ingresé al avión me tardé lo más posible en el medio del pasillo para así obstruirle el paso a los demás pasajeros tomando así la actitud más ciudadana posible.

El viaje fue excelente, no sirvieron nada de comer, solo bebidas, la aeromoza era excelente también, derramo el vino tinto sobre la pernera de mi pantalón beige y cuando le llamaba la atención para que derramara más aún se fue sin siquiera mirarme a la cara, en fin fue toda una delicia, pero no me alegré mucho ya que como era de esperarse el vino era barato y la mancha saldría con solo lavarla, nada es perfecto.

Una vez que el avión aterrizó me apresure a levantarme de mi asiento esperando a que abrieran las puertas (como la gente educada suele hacer), y como Uds. sospecharán no quería perder oportunidad de lucir la mancha de vino tinto en mi pantalón beige de lino, a continuación solo busqué mi equipaje de mano una vez que la cola comenzó a avanzar debido a la apertura de la puerta y aproveché para halar mi laptop y hacer que cayera sobre el hombro o la cabeza de alguien (todo el vuelo estaba levantado, en este vuelo todos éramos particularmente educados y aprovechábamos para mantenernos en estrecho contacto, como los manuales de buenas costumbres recomiendan), al bajar del avión me dirigí a las correas del equipaje, sin saber con seguridad a cual dirigirme, porque como es bien sabido da caché a una aerolínea que sus pasajeros anden perdidos por los terminales buscando cual es la correa por donde bajaran sus maletas, ¡esta aerolínea si es de altura!, por supuesto que apenas descubrí cual era la correa correcta me paré lo más cerca posible de la salida de los bártulos y empuje disimuladamente a las personas que ya se encontraban en el sitio y miré como distraída a otro sitio sin mantener contacto visual con los agraviados no vaya a ser que se les ocurra darme las gracias por mi gesto, porque desde pequeña me educaron muy bien mis padres y ellos me enseñaron que jamás debe esperarse agradecimiento cuando de un acto altruista se trata, y nadie más altruista y modesta que yo NADIE!!!!.

Luego de unos cuantos días de esparcimiento me dirigí a mi viaje de regreso: fue una delicia, llequé a la estación e hice la larguísima línea (¿había comentando que me encantan las colas? una vez retiré el cadaver de un desconocido en la morgue de Bello Monte solo por hacer una cola) me tardé media hora en la cola y cuando al fin llegó mi turno habían vendido mi pasaje hace media hora, brinqué de alegría y cuando solicité información me dijeron que ellos no eran información a la vez que me miraban despectivamente y con intención de escupirme a la cara si hacia otra pregunta, yo insistía en obtener información en espera de que escupiera mi rostro y sentir resbalar por mis mejillas algún jugoso gargajo, pero mi acompañante llamó inútil a la agradable señorita y la magia se rompió, así que tuvimos que repetir la operación por otras aerolíneas a ver si conseguía el tan esperado escupitajo, pero no conseguí ninguna con tan buen servicio como RUTACA y tuve que conformarme únicamente con indiferencia… luego de dos horas de deambular por el aeropuerto tuve que rendirme y cambiar mi pasaje a un vuelo al día siguiente donde por falta de suficientes pasajeros no pude disfrutar de los placeres del vuelo de venida.
Pero en líneas generales, fue una demostración absoluta del buen vivir y del placer de viajar.