miércoles, 22 de febrero de 2012

Como la tolerancia se tiro a las tradiciones


Hoy, durante una de mis clases, estábamos leyendo una interesante historia (era una mierda pero si dijera eso perdería cierto interés la narración y el efecto del escritor) como decía, estábamos leyendo una interesante historia acerca de fantasmas y otras apariciones en las que creen los habitantes de Irlanda, la historia popular narraba como en medio de una noche fría de invierno, un personaje a caballo llegaba a una casa y pedía alojamiento para pasar la noche (es una historia antigua no me vengan con el peo de la inseguridad, además les recuerdo que la historia transcurre en Irlanda), en fin, los dueños de la casa le ofrecen asilo al desconocido y lo invitan a cenar y a jugar cartas con ellos, durante el mencionado juego de cartas a la dueña de la casa se le cae al suelo uno de los naipes, con lo cual ‘esta, como es lógico, se agacha a recogerlo. Mientras busca bajo la mesa se da cuenta de que el visitante no tiene pies normales como los demás seres humanos, sino que tenia pezuñas de cabra, visto esto la señora pega un grito destemplado con lo cual el desconocido al verse descubierto se desvanece a través de la pared de la cocina para nunca mas aparecer. Es en este punto donde quiero que presten atención, es aquí, justamente en este desenlace donde podemos apreciar la antigüedad de la narración, hoy en día, si un desconocido tiene pezuñas de cabra en lugar de pies, lo menos que se nos ocurriría hacer es pegar un grito, ya que esto seria considerado una falta de delicadeza total hacia la malformación de una persona, hoy día, seria mas apropiado hacerse el loco o disimular que no se vio nada, para luego, en medio de la conversación, dejar caer como si nada un comentario sobre la tía Matilda (que acabamos de inventar especialmente para la ocasión) que sufre de una discapacidad y como la gente no comprende su situación, para así dar a entender que nosotros si somos personas de avanzada y de paso ver si a la persona le da por hablar de su problema y nos enteramos de que es lo que tiene. Luego de la conversa nos iríamos directo al cuarto a hablar de esa vaina tan rara con el esposo y a hacer chistes sobre la condición especulando sobre si a la hora de un dolor de pezuñas ira al medico o al veterinario, especularemos sobre su desempeño sexual y los inconvenientes a la hora de conseguir zapatos o ir a la playa, entre otras cosas.
Dicho todo eso, con estos modernismos de la tolerancia y de la aceptación de las diferencias esta muy jodido eso de seguir con las tradiciones de los cuentos populares, hoy en día seria inconcebible que Dora la exploradora rechazara a alguien solo por tener patas de macho cabrío, seguramente le diría que puede escoger entre quedarse en la casa o en el establo, como le sea mas cómodo. Barney lo abrazaría y le invitaría a hacer un círculo del amor y cantaría alguna canción sobre lo bello de las diferencias. Si a uno de los niños actuales se le apareciera un tipo con patas de macho cabrío le incluirían en Facebook y le pondrían: ‘Like it’ .
A los niños de hoy solo les asusta la posibilidad de dejar el celular en casa o que darse sin batería. Y he aquí como la tolerancia nos hace perder nuestras tradiciones.

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