lunes, 8 de marzo de 2010

Siempre lo sospeCHE

Yo sabía, yo sabía que había algo mal, mis niveles de perfección no estaban a la par que los de mi familia, de las cuales dudaba que hubiesen dado luz a un retoño tan brillante como lo es mi propia persona, es que no es natural que mentes tan vulgares e insulsas hubiesen podido procrear mente tan libre y tan adelantada como la mía, si ellos están en el pleistoceno de la historia yo soy como el pato Dodgers del siglo n° 24 y medio, soy como otro Gaudí más, como un Da Vinci: adelantado a mi época. Mi padre es de la inteligencia militar y siempre supe que este término traía consigo una contradicción, era un oximoron, y esta era solo una muestra más que apoyaba la tesis que se venía formando en mí.

Pero no solo es mi portentosa inteligencia la que me separa de mis progenitores, es también mi manifiesta belleza que, comparada con la de Adonis, contrastaba fuertemente con los rostros anodinos de quienes me habían engendrado, rostros comunes que en nada delataban llevar en su carga genética mi perfil griego, mi probóscide magnífica, mis blondos rizos que teñía de castaño para poder parecerme a la imagen más cercana de Dios en la tierra: Maradona. Pero no solo era mi bello físico y mi portentosa inteligencia, no, había más, cuando hablaba, había algo en el acento de mi hogar que me chocaba, le faltaba algo, me parecía chabacano, exento de verdadera sonoridad, fueron esas cosas las que me hicieron sospechar, y un buen día me dije: Pibe ¡¡Esto se ha ido al tacho!! , ya estoy cansado de comérmela doblada por tantos años boluuuudo!! Vos no debés andate con tantos remilgos, aquí hay algo raro cheeee!! Así que raudo me puse a investigar qué era lo que estaba pasando, porque no me estaban cuadrando las cosas y mirá que yo soy bastante perspicaz.

Y recordé aquellos días de mi infancia cuando mi familia comía pabellón criollo y yo siempre pedía mi churrasquito, cuando la familia se reunía a ver un partido de beisbol, yo me escapaba a ver los partidos grabados de la albiceleste y me indignaba de que el campeonato estuviese clasificado por la FIFA como el séptimo mejor del mundo, es harto sabido que son los mejores ¡Aguaaanteee!

Nunca tuve muchos amigos, porque cuando me invitaban a tomarme unas cervecitas yo me llevaba siempre mi vaso para tomarme un matecito, no sé como esos seres podían asquearse del pitillo de metal babeado de mi vaso cuando si querían realmente tener asco solo debían mirar en el espejo sus amorfos y peludos cuerpos cubiertos con franelas de las águilas del Zulia, vos no sabés lo crueles que pueden ser los maracuchos cuando uno se tiñe los rulos de castaño y bebe mate. Tampoco era bien visto mi esculpido abdomen frente a las lipas cerveceras de quienes yo consideraba mis coetáneos.

Tenía sueños recurrentes con un obelisco, cosa que mi terapista veía como un símbolo inequívoco de una incipiente homosexualidad motivada por un conflicto no resuelto con mi “padre”. ¡No me rompas las pelotas!.
Estaba harto de todo esto, me sentía asfixiado y quería emigrar a Italia.

Un día, le dije a mi padre que me iba a la feria de la Chinita y me escape a ver un partido del Boca Juniors en la bombonera, y mientras me dirigía hacia el estadio pasé por la plaza de mayo y de repente entendí todo, todo encajo perfectamente: mi padre es militar y no me quiere como me merezco, yo soy perfecto, ¡esta reclaro pibe!, no soy un maracucho gay, soy un secuestrado de El proceso. ¡¡GROSSO!!

2 comentarios:

  1. Excelente tu versión a la noticia del secuestro que tienes como enlace.
    Sin quitarle la importancia al caso real del secuestro, no puedo negar que ese tipo de noticias me causan cierta gracia, muy posiblemente por lo increíbles que parecen.
    Tu otro enlace me sirvió de información, en lo particular conozco poco o nada de historia referente a la dictadura militar de Argentina.
    Salu2

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